martes, 24 de mayo de 2011

Conversión del Imperio Romano al Cristianismo

La conversión religiosa se produce cuando una persona cambia de religión. Este fenómeno fue frecuente en Roma: desde los pueblos conquistados por los romanos, hasta los propios ciudadanos romanos que se hicieron devotos de Mitra o de Isis.
 
El fenómeno de conversión más general y duradero fue la aceptación del cristianismo, planteaba que las demás religiones eran falsas y había que abandonar cualquier culto no cristiano al convertirse. El cristianismo fue ganando seguidores en las ciudades del imperio y, en el siglo V a.C. el número de cristianos era ya alto a pesar de las persecuciones. Como religión abierta a todos, ya fueran esclavos o aristócratas, ricos o pobres, podía ser un medio de cohesión en un imperio en el que las diferencias, también religiosas, podían ser causa de división.
El emperador Constantino fue el primer emperador que apoyó claramente a los cristianos en lugar de perseguirlos. Dio poderes de gobierno a los obispos, y al final de su vida se bautizó y se convirtió en cristiano. A cambio, Constantino utilizó la influencia de los obispos, que se extendía por todo el imperio, para fortalecer su poder.
Los gobernantes y sacerdotes romanos fueron convirtiéndose poco a poco al cristianismo. Los obispos ocuparon cargos de responsabilidad en el gobierno de Roma, y el título de pontífice máximo terminó utilizándose para nombrar al obispo de esta ciudad. En el año 380 d.C., el cristianismo fue declarado religión oficial del imperio romano y once años más tarde se prohibió el culto romano tradicional.
Todo el imperio romano terminó siendo cristiano y el cristianismo sigue siendo, todavía en la actualidad, la religión de la mayoría de la población en muchos lugares que controló Roma.

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