martes, 17 de mayo de 2011

Máscaras de cera de los difuntos

Una costumbre típicamente romana era hacer máscaras de cera a los difuntos, esta costumbre se llama imagines maiorum, es una costumbre de la clase patricia de hacer máscaras de cera de sus difuntos, para conservarlas en sus casas y llevarlas en las ceremonias religiosas funerarias.

Si los retratos del mundo griego eran casi exclusivamente de varones y mujeres famosas, de personas que habían ganado reputación como atletas, poetisas, filósofos, gobernantes y oradores, los retratos romanos podían ser de cualquier persona que tuviera medios, relaciones familiares o una cierta distinción para poder encargarlos.

Los materiales más utilizados para realizar los bustos romanos eran el bronce y el mármol, y las estatuas no se policroman, es decir, que no se pintan, en un primer momento los ojos se coloreaban pero esta práctica se abandonó para que estos fueran tallados.

En un principio eran bustos que sólo recogían la cabeza y parte del cuello, pero que se irán alargando poco a poco llegando a representar también los hombros y el pecho.
                                                      
También hubo retratos de cuerpo entero, de pie o sedentes (esto fue más frecuente en los cuerpos femeninos), y retrato ecuestre.
Hay tres tipos de retratos:


Retrato togatos. Se esculpe al emperador con toga y manto sobre la cabeza. Le representa como pontífice máximo.
Retrato toracatos, que representa al emperador como cónsul o militar, por lo que aparece con coraza.
Retrato apoteósico, que representa al emperador como una persona heroizada o divinizada. Aparece con la parte superior del cuerpo desnudo, corona de laurel y algún atributo de un dios. Es la representación más rica, aunque no la más frecuente.

El retrato romano evolucionó según las distintas etapas, y para poder distinguir la época en que fue creada la escultura es necesario observar algunos pocos detalles, como los ojos, la barba y el cabello. En el retrato femenino, además, quedan patentes las modas en los peinados.


 Los escultores que trabajaban para los romanos modificaban muy a menudo su estilo de retrato y hacían que sus personajes parecieran más bellos o más poderosos de lo que realmente eran, pero sin sacrificar sus características particulares. Y buscaron plasmar, no sólo el físico, sino también el alma, el carácter. Llegaron así, al retrato psicológico.

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